Bonnard, le nabi très japonard
Pierre Bonnard
(1867-1947) era hijo de un alto funcionario, inicia sus estudios de Derecho, pero a raíz de vender un cartel para un
anuncio de champán, determina que su
vocación es el arte. Decide compaginarlo con las clases de pintura en la
Académie Julian, donde conoció a Denis, Ranson, Ibels y Sérusier. Junto a ellos, así como con
Vuillard, Roussel y Valloton, fundó en 1888 el grupo de los nabis, “profetas”,
según el término en hebreo. Presentan dos tendencias: espiritual y decorativista. La primera es cercana a las ideas de
Gaugin, es una vuelta a lo primitivo a los orígenes, mirada a la edad media y
tiene un estilo cloisonne (se aplica a diferentes ámbitos del arte: cerámica, vidrieras, pintura… y
consiste en pintar con grandes superficies de color plano delimitadas por una
línea negra). La segunda es propia de Bonnard.
El
pintor retrató con frecuencia a su familia, amigos y marchantes, sobre todo, a
sus amantes, fundamentalmente a Marthe de Méligny, una mujer de carácter
neurótico y misántropo con la que se casó en 1925. Bonnard pasó largas
temporadas en Vernon, Normandía y Le Cannet, en la Costa Azul. Allí desarrolló
las posibilidades pictóricas del paisaje, comenzó a realizar una interpretación
lírica de la naturaleza, donde lo real se fusiona con lo imaginario en unas
composiciones de luz y color desbordantes. La Arcadia monumental creada en sus
composiciones expresa una alegría de vivir que en ocasiones queda ensombrecida
por la plasmación de elementos que remiten a cierta angustia existencial. La
obra de Bonnard se revela, así, compleja y llena de matices, a la vez que
parece suspendida en el tiempo.
Principalmente trabaja temas de interior. En este sentido va a seguir las
directrices del impresionismo, y concretamente de Degas. Temas carentes de
trascendencia, a lo que se suma Bonnard. Pero también va a realizar retratos. Comienza pintando con una paleta de tonos
suaves, paleta que poco a poco adquiere una mayor intensidad, un mayor
contraste, se va a ir enriqueciendo. Trabaja con una pincelada bastante suelta:
manchas de color de pequeñas dimensiones, masas densas de pintura y creando esa
impresión de imagen un tanto descompuesta. La línea para el ocupa un lugar
secundario.
Influencias que podemos apreciar en su obra:
Estampa japonesa, encontró en ella una
fuente de inspiración para desarrollar un estilo vivaz y verdaderamente
original, al margen de los cánones clásicos de la pintura y dentro de una
estética decorativa en la que los motivos se relacionan en una compleja red de
líneas, arabescos y manchas de llamativos colores. Se va a concretar en el uso
de una perspectiva en altura, uso de colores planos (lo que hace perder
tridimensionalidad) y de composiciones desmembradas y composiciones en las que el centro de
la pintura puede quedar a lo mejor vacío.
· Impresionismo: temas cotidianos, especialmente
los temas que trabajaba Degas. Los lienzos de Bonnard se
transformaron en el álbum de recortes de su vida. Un diario escrito a pintura
en el que los alimentos, las tardes en familia o las noches en el teatro
suponían imágenes mucho más interesantes para el artista. Son cuadros
que no retratan ningún hecho notable, pero con gran calidez. La mesa (1925) es un claro ejemplo de esta
pintura íntima y personal. En medio de la oscura estancia, la mesa se impone en
la totalidad del lienzo, mientras el mantel blanco y los alimentos iluminan la
obra.
· Decorativismo modernista, en estas obras, los
colores del jardín de Vernon y de la bahía de Le Cannet se replican en el
interior de su casa, reflejándose en las paredes, en las cestas de fruta o en
el chal de Marthe. Bonnard transforma la perspectiva, creando yuxtaposiciones
de planos muy forzadas que en ocasiones generan una sensación de irrealidad.
Aquí, el color transciende
definitivamente su contenido descriptivo, convirtiéndose en el verdadero tema
de estas pinturas. La palmera (1926) es uno de esos paisajes
repletos de colores y ensueños marcados por una profunda vibración de exotismo
y alegría, de calma y felicidad.
· Influencia de la
fotografía. Influencia que se aprecia en la instantaneidad con los que están
concebidos muchos de los temas, encuadres recortados y también por el uso de
algunas composiciones originales: puntos de vista singulares.
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