Psicología de las masas – Gustave Le Bon
Los grandes
disturbios que preceden el cambio en las civilizaciones, tales como la caída
del Imperio Romano o la fundación del Imperio Árabe, a primera vista parecen
estar determinados más específicamente por transformaciones políticas, invasión
extranjera o el derrocamiento de dinastías. Pero un estudio más atento de estos
eventos demuestra que la causa real parece ser una profunda modificación de las
ideas de los pueblos. Las naciones han sido siempre conscientes de la utilidad
de adquirir creencias generales y han entendido inconscientemente que su
desaparición sería la señal de su propia declinación. En el caso de los
romanos, el culto fanático de Roma fue la creencia que los hizo dueños del
mundo, y cuando esa creencia se desgastó, Roma quedó condenada a morir.
La opinión pública tiene un origen
individual, son comportamientos colectivos dirigidos al poder, es una actitud a
ellos.
Las
verdaderas revoluciones históricas no son aquellas que nos sorprenden por su
grandiosidad y violencia. Los únicos cambios importantes, de los cuales resulta
la renovación de las civilizaciones, afectan ideas, concepciones y creencias.
Los eventos memorables de la Historia son los efectos visibles de los
invisibles cambios en el pensamiento humano. La razón por la cual estos eventos
son tan raros es que no hay nada tan estable en una raza como el fundamento
hereditario de sus pensamientos.
Ortega y Gasset escribió “La
rebelión de las masas”, relaciona la opinión pública con el poder.
El ingreso
de las clases populares a la vida política, lo cual equivale a su progresiva
transformación en clases gobernantes, es una de las características más
relevantes de nuestra época de transición. La introducción del sufragio
universal, que por largo tiempo no tuvo sino una influencia escasa, no es, como
podría pensarse, la característica distintiva de esta transferencia de poder
político.
El sufragio universal actual en
nuestro país, es un principio universal, igual, secreto, directo y libre. Todos
los votos tienen que ser iguales. El Art. V de nuestra Constitución alega que
no podemos ser coaccionados.
Las
civilizaciones han sido creadas y dirigidas sólo por una pequeña aristocracia
intelectual, nunca por muchedumbres. Las masas son solamente poderosas para
destruir. Su gobierno es siempre equivalente a una fase de barbarie. Una
civilización implica reglas fijas, disciplina, un pasaje del estadio instintivo
al racional, previsión del futuro, un elevado grado de cultura y demás. Como
consecuencia de la naturaleza puramente destructiva de su poder, las masas
actúan como esos microbios que aceleran la destrucción de los cuerpos débiles o
muertos. Cuando la estructura de una civilización está podrida, son siempre las
masas las que producen su caída. Es en tales encrucijadas que su misión principal
se hace claramente visible y es allí en dónde, por un tiempo, la filosofía de
la cantidad parece ser la única filosofía de la Historia.
“El Policraticus” de Salisbury es un
tratado sobre la naturaleza de la sociedad. El rey tiene que estar sometido, si
viola la ley, se produciría una pérdida de moral por parta de este. El pueblo, en
ese caso, puede rebelarse.
Loa individuos
accidentalmente reunidos en un espacio público, sin ningún objeto determinado,
de ninguna manera constituyen una masa desde el punto de vista psicológico. A
fin de adquirir las características especiales de una masa como la señalada, es
necesaria la influencia de ciertas causas predisposicionantes cuya naturaleza
deberemos determinar. La desaparición de la personalidad conciente y la
orientación de los sentimientos y los pensamientos en una dirección definida, no
siempre involucran la presencia de un número de individuos en un sitio
determinado. Miles de individuos aislados, en ciertos momentos y bajo la
influencia de ciertas emociones violentas – tales como, por ejemplo, un gran
evento nacional – pueden adquirir las características de una masa psicológica.
Dependiendo de cómo sea el espacio
público será la opinión pública. En el estudio de ella, vemos el tipo de
sociedad en la que nos encontramos. Puede haber distintos espacios públicos
dependiendo del papel que desarrollemos
en él. La opinión pública aquí será la instancia crítica de los ciudadanos en
comunicación racional con los representantes de las instituciones con
posibilidad de debate público, abierto y democrático.
En medio de
los más salvajes miembros de la Convención Francesa, se podía encontrar a
ciudadanos inofensivos que, bajo condiciones normales, hubieran sido pacíficos
notarios o virtuosos magistrados. Una vez pasada la tormenta, retomaron su
carácter normal de ciudadanos tranquilos, respetuosos de la ley. Tomados por
separado, los hombres de la Convención eran ciudadanos ilustrados con hábitos
pacíficos. Unidos en una masa, no vacilaron en adherir a las propuestas más
salvajes, en guillotinar individuos clarísimamente inocentes y, contrariamente
a sus intereses, a renunciar a su inviolabilidad y a diezmarse a si mismos.
Las ideas
filosóficas que terminaron en la Revolución Francesa tardaron casi un siglo en
implantarse en la mente de la masa. Es conocida la fuerza irresistible que
tuvieron una vez que echaron raíces. El vuelco de toda una nación hacia la
conquista de la igualdad social y la conquista de derechos abstractos y
libertades ideales causó el tambalear de todos los tronos produciendo profundos
disturbios en el mundo occidental. Para descubrir que la sociedad no puede ser
remodelada de pies a cabeza de acuerdo con los dictados de la razón pura, fue
necesario que varios millones de hombres fuesen masacrados y que Europa se
viese profundamente perturbada por un período de veinte años. Para demostrarnos
que los dictadores les salen caro a las naciones que los aclaman.
En 1789 en Francia, se produce la Toma de la Bastilla que da lugar a la
conocida Revolución Francesa. La Declaración
de los Derechos del hombre y del ciudadano, supone el triunfo de la
burguesía frente al Antiguo Régimen.
Hay
diferentes causas que determinan la aparición de las características peculiares
de las masas y que no poseen los individuos aislados:
1ª) El individuo que forma parte de una
masa, adquiere, por simples consideraciones numéricas, un sentimiento de poder
invencible que le permite ceder ante instintos que, de haber estado solo,
hubiera forzosamente mantenido bajo control. Estará menos dispuesto a
autocontrolarse partiendo de la consideración que una masa, al ser anónima y,
en consecuencia, irresponsable, hace que el sentimiento de responsabilidad que
siempre controla a los individuos desaparezca enteramente.
2ª) Es el contagio, también interviene
en determinar la manifestación de las características especiales de las masas
y, al mismo tiempo, también en determinar la tendencia que las mismas seguirán.
El contagio es un fenómeno cuya presencia es fácil de establecer pero que no es
fácil de explicar. Tiene que ser clasificado entre los fenómenos de un orden
hipnótico. En una masa, todo sentimiento y todo acto es contagioso; y
contagioso a tal grado que un individuo se vuelve dispuesto a sacrificar su
interés personal en aras del interés colectivo. Ésta es una actitud muy
contraria a su naturaleza y de la cual el ser humano es escasamente capaz,
excepto cuando forma parte de una masa.
3ª) Es la que determina en los
individuos de una masa esas características especiales que a veces son bastante
contrarias a las que presenta el individuo aislado. La sugestionabilidad, de la
cual, incluso, el contagio arriba mencionado no es más ni menos que un efecto.
Dentro de
las masas, las personas estúpidas, ignorantes y envidiosas resultan liberadas
de su sensación de insignificancia e impotencia volviéndose poseídas, por el
contrario, de una noción de poderío brutal, temporal pero inmenso. Las masas
están demasiado gobernadas por consideraciones inconscientes y, por
consiguiente, demasiado sujetas a influencias hereditarias mundanas como para
no ser extremadamente conservadoras. Abandonadas a si mismas, muy pronto se cansan
del desorden e instintivamente se vuelcan hacia la servidumbre.
Las leyes de la herencia y la
opinión pública otorgan una gran estabilidad: ideas como éstas son las
creencias religiosas del pasado y las ideas sociales y democráticas de la
actualidad.
Los
fervientes sectarios de una fe religiosa, quienes por uno u otro lado de su
inteligencia son semejantes a seres primitivos. En el caso de hindúes educados,
instruidos en nuestras universidades europeas, que se han graduado en ellas. Un
cierto número de ideas occidentales se había superpuesto a sus inmodificables y
hereditarias ideas fundamentales o sociales. Desde el punto de vista social, el
valor jerárquico de una idea, su mérito intrínseco, no tiene importancia. La
cuestión a considerar es el efecto que produce. Las ideas cristianas de la Edad
Media, las ideas democráticas del siglo pasado, o las ideas sociales de hoy,
ciertamente no son muy elevadas. Consideradas filosóficamente, sólo pueden ser
concebidas como errores un tanto lamentables, y sin embargo su poder ha sido y
será inmenso, y figurarán por largo tiempo entre los factores más esenciales
que determinan la conducta de los Estados.
Una persona
no es religiosa solamente cuando adora a una divinidad sino cuando pone todos
los recursos de su mente, la completa sumisión de su voluntad, y el íntegro
fanatismo de su alma, al servicio de una causa o de un individuo que se
convierte en la meta y en la guía de sus pensamientos y acciones.
La Edad Media supuso una
autonomización, o lo que es lo mismo, la sociedad era más rural y
autosuficiente. Los esclavos trabajaban las tierras de los señores feudales. La
ley está por encima de todos (Dios). Los vasallos y los fieles en la Ley
Natural están abajo (el pueblo).
La multitud
está siempre dispuesta a escuchar al hombre de fuerte voluntad que sabe como
imponerse. Las personas reunidas en una masa pierden toda fuerza de voluntad y
se dirigen instintivamente hacia la persona que posee la cualidad de la que
ellos carecen. Su voluntad es el núcleo alrededor del cual obtienen identidad y
se agrupan las opiniones de la masa. Estos líderes tienden a ursurpar el lugar
de las autoridades públicas en la misma medida en que estas últimas permiten
ser cuestionadas y disminuidas en fuerza. La tiranía de estos nuevos amos tiene
por resultado que las masas los obedecen con mucha mayor docilidad que la que
han tenido para con cualquier gobierno.
Un líder de opinión es una persona que, en un grupo determinado, ejerce una mayor influencia por su estatus de experto y
fuente fiable. Según la propia definición de Lazarsfeld, tiene que
ser carismático, reconocido y
funcionar como representante de ese grupo. Además, debe de conocer los
asuntos de forma profunda y especializada, necesita comunicar de forma eficaz sus ideas y
mensajes.
Gracias a
las creencias generales, los hombres de todas las épocas están envueltos en una
red de tradiciones, opiniones y costumbres que los vuelven semejantes y de cuyo
yugo no pueden liberarse.
En el
pasado, la acción de los gobiernos y la influencia de unos pocos escritores y
de un número muy pequeño de diarios, constituía el reflejo real de la opinión
pública. Hoy en día, los escritores han perdido toda influencia y los diarios
sólo reflejan opiniones.
Comentarios
Publicar un comentario